jueves, 4 de noviembre de 2010

Mito Ariadna, Teseo Minotauro

La hija de Minos, Ariadna vio a Teseo y se enamoró de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su temible padre.

Teseo aceptó, y así fue como Ariadna le regaló un ovillo para que una vez en el laberinto, fuera desenrrollándolo y pudiera servirle de guía al regreso e indicarle el camino de regreso. Cuando Minos supo que Teseo había matado al minotauro montó en cólera por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huída en la que lo acompañó Ariadna. Pero ella nunca llegó a ver la tierra de Teseo, Atenas, pues en una escala que él hizo en la isla de Naxos, la abandonó dormida en la orilla.


Abandonada estoy, abandonada
por el amante al que ofrecí mi vida;
en mi sueño partió, sin despedida,
llevándose mi ensueño a la alborada.

Vino hacia mí con alma desolada
en laberinto de dolor perdida,
y halló con mi asistencia la salida,
tras matar a su monstruo con mi espada.

En todos hay un Minotauro fiero
que en el dédalo interno nos oprime
y que exige la audacia de un Teseo.

Pero no habrá victoria del guerrero
sin la Ariadna que besa y que redime,
…y que será olvidada tras su empleo

Autor: Francisco Álvarez

Mito de Ixión

Ixión prometió a Deyoneo un valioso regalo si le permitía casarse con su hija Día , pero nunca cumplió su promesa, por lo que su suegro, en compensación, le tomó en prenda sus yeguas. Ixión, disimulando su resentimiento, invitó a Deyoneo a una fiesta en Larissa, prometiéndole el pago y una vez que lo tuvo en su casa, lo arrojó a un foso lleno de carbones ardiendo. Este crimen, que vulneraba las leyes sagradas de la hospitalidad horrorizó tanto a los reyes vecinos que ninguno quiso purificarle, obligando a Ixión a vivir escondido y huyendo del trato de los demás.





Él la vio: esto es, trabajaba.

Amó el deleitable negocio (Juno era el éxito)

Puso los ojos por siempre en el dulce grueso

Enérgico comercio, y el afán

Hizo husmear su mundo.

Nuestro mundo también debe humear y flamear.

Nuestro mundo debe girar. El esfuerzo reventará

Un banco. El trabajo hará correr

(Ruedas dentro de la ruedas)

Los Monopolios.

Él la agarrará. Agárrala firme

En una rauda nube

De erróneas palabras

O vertiginosas comidas!

“ Agarra firme, Ixión! Hazte famoso, fuerte!

Actúa! Embriágate!

Ve a abrazar a la querida madre ganancia en lo oscuro. Posee la tierra,

Posee dinero!”

Sin embargo erró,

Despilfarró.

Gigantes se alzan

Macizos hermanos de amasijo y pelea,

Humeantes buldózer!

Rodantes ciudades, arden!

Monstruos de cristal desgarran

Caras, encendidas con alto dinero,

Fiebre en la prensa.

Gigantescos muchacho mecánico:

Sus sucios ojos giran

Olfatean la historia trabajando

Y vigilan la excesiva matanza.

Pesados parásitos de guerra

Ruedas políticas y generales de cobre

Tragan humo nuclear

Y pierden hombría.

Desvergonzados, ininteligentes,

Pero lo bastante astutos

Para despilfarrar la potencia del sol,

Echar a rodar los planetas,

Profanar al hombre sagrado!

Ahora viene subiendo

De los adentros de la tierra y el infierno

La guerra gigante de Ixión

Rodando y peleando en la roja rueda.

Autor; Thomas Merton


Mito de Orfeo y Eurídice

La historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Eurídice que a veces es conocida como Agriope. Algunas versiones cuentan que mientras huía de Aristeo, u otras que r de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto, incluso cuando pasaban junto a algún peligro o demonio, no se volvía para asegurarse de que Eurídice estuviera bien. Llegaron finalmente a la superficie y, por la desesperación, Orfeo volvió la cabeza para verla; pero ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, todavía tenía un pie en el camino al inframundo: Eurídice se desvaneció en el aire, y ahora para siempre. Esta historia procede del tiempo de Virgilio, que fue el que introdujo el nombre de Aristeo. Sin embargo, otros autores también hablan de la visita de Orfeo al submundo; de acuerdo con Platón los dioses del infierno sólo le «presentaron una aparición» de Eurídice. También según Platón, los dioses no le entregaron a su amante, porque les parecía que se mostraba cobarde, como buen citaredo, y no tuvo el arrojo de morir por amor, sino que buscó el medio de penetrar con vida en el Hades.




Ella fue mi canción inspiradora,
y la musa raíz de mi canción;
mas la muerte, noctámbulo ladrón,
la arrebató antes de brillar la aurora.

No era mi amor, ni lo es, amor que ignora,
y al Hades descendí. La persuasión
de mi canto logró su redención,
que cede el Hades si mi canto implora.

"Llévatela a la luz, mas sin volverte
a mirarla en las sombras, o la muerte
de su destino habrá de apoderarse".

¡Oh, impaciencia del hombre enamorado!
Volví los ojos, y me fue arrancado
el corazón al verla evaporarse...


Mito de Tántalo

Se conoce a Tántalo por haber sido invitado por Zeus a la mesa de los dioses en el Olimpo . Jactándose de ello entre los mortales, fue revelando los secretos que había oído en la mesa y, no contento con eso, robó algo de néctar y lo repartió entre sus amigos. Tántalo quiso corresponder a los dioses y les invitó a un banquete que organizó en el monte Sípilo. Cuando la comida empezó a escasear, decidió ofrecer a su hijo Pélope.



Los dioses determinan su venganza
Con impulso cruel e insensitivo,
Haciendo al hombre un mísero cautivo
Sin fe, sin libertad, sin esperanza.

Tántalo sin cesar la mano avanza
Ya con fiera ansiedad, o ardor furtivo;
La sed y el hambre le consumen vivo,
Pero ni el agua ni la fruta alcanza.

El hombre lanza su deseo al viento;
La mujer le recoge y le rechaza,
Se ofrece y se retira en un momento,

Y a la vez se desnuda y se disfraza.
Y el hombre queda solo en su tormento,
Con nada entre los brazos cuando abraza.

Autor: Francisco Álvarez

Mito Ícaro y Dédalo

Después de que Teseo matase al Minotauro, Minos encerró a Dédalo y a Ícaro en el laberinto. La única forma de escapar del laberinto era por el aire, ya que no tenía techo, por lo que Dédalo, construyó dos pares de alas con plumas y cera. Luego de decirle a Ícaro que no volase cerca del sol, para que la cera no se derritiese, ni demasiado cerca del mar, para que las plumas no se mojasen, ambos partieron volando. Pero ante la exultante libertad, Icaro olvidó los consejos de su padre y voló tan alto que el sol derritió sus alas y se precipitó al océano, donde murió.



Volar, volar, del suelo despegarse,
ser hermano del águila en la altura,
cruzar en desafío la estatura
de las cumbres que empiezan a nublarse.

Y agitando las alas, elevarse
hacia el sol, y sentir su quemadura,
ver la tierra, lejana miniatura,
y las estrellas ante mí apartarse.

Y a mi padre gritando sus consejos
con el temor de que si voy más lejos
al desastre me pueda aproximar...

Si el brío juvenil es invencible,
¿por qué cayendo estoy? ¿Cómo es posible
que en mi descenso me ha tragado el mar?

Autor: Francisco Álvarez

Mito de Narciso

Tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Para castigar a Narciso,Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.







Crece el insano ardor, crece el engaño
del que en las aguas vio su imagen bella;
y él, sola causa en su mortal querella,
busca el remedio y acrecienta el daño.

Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!:
del'agua sale el fuego; mas en ella
templarlo piensa, y la enemiga estrella
sus ojos cierra al fácil desengaño.

Fallecieron las fuerzas y el sentido
al ciego amante amado, que a su suerte
la costosa beldad cayó rendida.

Y ahora, en flor purpúrea convertido,
l'agua, que fue principio de su muerte,
hace que crezca, y prueba a darle vida.

Anónimo

Mito de Hero y Leandro

Hero era una sacerdotisa de Afrodita , que vivía en una torre en Sestos, en el extremo del Helesponto. Leandro un joven de Abidos en el otro lado del estrecho, se enamoró de ella y cada noche cruzaba el Helesponto a nado para estar con Hero. Ella debía encender una lámpara cada noche en lo alto de la torre para guiarle. Sucumbiendo a las dulces palabras de Leandro, y a su argumento de que Afrodita, como diosa del amor, despreciaría la adoración de una virgen, Hero permitió que él le hiciera el amor. Esto continuó durante el cálido verano. Pero una tormentosa noche de invierno las olas sacudieron a Leandro en el mar y el viento apagó la luz de Hero, por lo que el amante perdió el camino y pereció ahogado. Hero se lanzó desde la torre, muriendo también.


Esforzóse pobre luz
A contrahacer el Norte,
A ser piloto el deseo,
A ser farol una torre.

Atrevióse a ser Aurora
Una boca a media noche,
A ser bajel un amante,
Y dos ojos a ser Soles.

Embarcó todas sus llamas
El Amor en este joven,
Y caravana de fuego,
Navegó Reinos Salobres.

Nuevo prodigio del Mar
Le admiraron los Tritones;
Con centellas, y no escamas,
El agua le desconoce.

Ya el Mar le encubre enojado,
Ya piadoso le socorre,
Cuna de Venus le mece,
Reino sin piedad le esconde.

Pretensión de mariposa
Le descaminan los Dioses:
Intentos de Salamandra
Permiten que se malogren.

Si llora, crece su muerte,
Que aun no le dejan que llore;
Si ella suspira, le aumenta
Vientos que le descomponen.

Armó el estrecho de Abido,
Juntaron vientos feroces
Contra una vida sin alma
Un ejército de montes:

Indigna hazaña del Golfo,
Siendo amenaza del Orbe,
Juntarse con un Cuidado
Para contrastar un hombre.

Entre la luz y la muerte
La vista dudosa pone;
Grandes Volcanes suspira
Y mucho piélago sorbe.

Pasó el mar en un gemido
Aquel espíritu noble:
Ofensa le hizo Neptuno,
Estrella le hizo Jove,

De los bramidos del Ponto
Hero formaba razones,
Descifrando de la orilla
La confusión en sus voces.

Murió sin saber su muerte,
Y expiraron tan conformes,
Que el verle muerto añadió
La ceremonia del golpe.

De piedad murió la luz,
Leandro murió de amores,
Hero murió de Leandro,
Y Amor de envidia murióse.

Autor: Francisco de Quevedo

Mito de Perséfone

Era la reina del inframundo por ser esposa de Hades.
Perséfone se veía obligada a pasar medio año en el inframundo, pasado el medio año subía a la superfície para poder estar con su madre.






Cuando llegue el día

en que debas partir

A la morada del Invisible

No habrá vuelta atrás

La Parca Inexorable así lo habrá decidido

Dos parcas hilaron tu vida

Tu destino, tu suerte

La tercera cortará el hilo

con las tijeras de la muerte

Cuando llegue el día

En que Tánatos te lleve

a la morada del Señor de los Muertos

y de su esposa la veneranda Perséfone

No habrá vuelta atrás

El mil veces odiado

El invisible, Hades

El muy rico, poderoso

Muy justo, despiadado

Al que sólo la dulce música de Orfeo

pudo conmover

El que convirtió a su amante Leuce

en un álamo blanco

A donde habita llegarás

Cuando llegue el día.

Si temes pronunciar el nombre de Perséfone

Llamadla, entonces “La Doncella”

que eso era cuando recogía flores

junto a las ninfas

Y fue raptada para ser la Reina del Inframundo

gobernante de los fantasmas

Y la que lleva a cabo las maldiciones

de los hombres.

La doncella que Hades retuvo

en el Orco, dándole de comer

seis semillas de granada, el alimento de los muertos.

Nadie sabe realmente

en donde esta el inframundo

Quizás en un bosque de blancos chopos

a orillas del río Océano,

en una vasta caverna

o en una selva negra

Sea donde sea algún día

habitarás en el

La moneda debajo de la lengua

Tu cuerpo yace inerte

Mientras que tu alma

cruza el Aqueronte, el río de la pena

en la barca de Caronte, el siniestro barquero.

Paga con la moneda que tienes

debajo de la lengua

Esa es la condición para cruzar el río

Y si no pudieres, esperad a que Caronte os compadezca

y os lleve gratuitamente

Al otro lado

Cinco ríos verás en el Erebo

Aqueronte, el de la pena

Cocito, el de los lamentos

alimentado por las lágrimas de los pecadores

Flegetonte, el flamígero

compuesto de sangre hirviente

y que contiene las almas de los culpables

de la violencia a sus semejantes

Lete, el del olvido

de donde las almas beben

para borrar sus recuerdos

Y Estigia, el del odio

donde Tetis sumergió a su hijo Aquiles

y le dotó de invulnerabilidad

a excepción del talón.

Pero ya la barca toca la otra orilla del río

La entrada custodia Cerbero

El gran perro de tres cabezas y cola de serpiente

Que a todos deja entrar

y a nadie deja salir

Pero que muy a pesar suyo

fue derrotado por Heracles

al culminar su último trabajo

Entra y verás el Campo de los Asfódelos

donde vagan las almas de los hombres comunes

en una existencia que no tiene sentido

Serás juzgado y según el veredicto

puede ser que regreses a los Campos Asfódelos

o conozcas la gloria y felicidad,

de los Campos Elíseos,

allí, si algún día quisieras, podrías reencarnarte

podrías hacerlo, pero es algo díficil

(¡Son tantas las delicias de los Elíseos

que seguramente no querrás regresar!)

o puede que sepas el justo castigo

a tus malas acciones en el Tártaro

custodiado por los hecatónquiros;

los gigantes de cien brazos

y cincuenta cabezas

en el Tártaro esta también una hidra negra

guardando la entrada de altas puertas

con columnas de diamante

dentro esta el castillo, de anchas murallas

y Tisífone, la Furia de la venganza

hace guardia insomne azotando su látigo

desde lo alto de un torreón de hierro

Allí fueron arrojados los cíclopes

derrotados por los dioses olímpicos

Allí Sísifo sigue subiendo la gran roca

para verla caer de nuevo

y Tántalo padece gran sed

pues no puede tomar del agua

aunque le llega al cuello

ni comer de las uvas porque se van de su alcance

y todo como castigo

al haber compartido con los hombres

los secretos de los dioses.

Entra y sabrás tu destino en el Erebo

Ni Ulises, ni Eneas

ni Heracles

estuvieron satisfechos con lo que vieron

Incluso Aquiles sólo supo responder a Ulises:

“No me habléis con dulzura de la muerte

preferiría servir como mercenario

a cualquier otro

que ser el Señor de los Muertos”

Pero no hay vuelta atrás

cuando ya has entrado en el Erebo

Recuerda que te está prohibido

ver al rey y a la reina del Inframundo

sino a tu vez

te volverás invisible

No provoquéis la cólera de Hades

intentando escapar del reino de los muertos

Ya os lo he dicho

La muerte es inevitable y una vez que allí estés

ya no habrá vuelta atrás.

Ya se puede ver el palacio de Hades y Perséfone

En el antepatio el trivium consagrado a Hécate

se dispone a juzgarte

Minos, Eaco y Radamantis

acepta el juicio

y atente al veredicto.


Poema Anónimo.

Mito de Sisifo

Sisifo hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente un gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, y así indefinidamente.




Acesante
hacia arriba
olvidado del tiempo
arrastrando
pétrea carga de palabras
que me impulsan
hacia el abismo
caigo
en el aterrador
blanco vacío
de la página.

Para volver a empezar
el suplicio
de buscar en la cumbre
el inalcanzable
aire intacto
de lo nunca
antes dicho.

Acezante subo
pero me arrastra
el cargamento
de oscuras palabras
duras y frías
pesadas como piedras.

Ansioso de alas
que no puedo hacer crecer
en mi espalda
me resigno
y regreso
al principio agotador
del primer verso
o de la página vacía.

Sangrante
frustrado en el ascenso
sin lograr vencer
el peso
lastre de siglos
virginidad imposible
retomo mi carga:
tortura eterna
de lo inconcluso.

Anonimo.

Mito de Diana y Acteón

Esto le ocurrió a Acteón, un joven de la familia real de Tebas, educado por el centauro, que practicando un día en el monte Citerón su actividad favorita, la caza, encaminó involuntariamente sus pasos hasta el lugar donde la diosa y sus ninfas tomaban un baño. El joven no se retiró sino que se quedó contemplando la escena con sus mortales ojos, extasiado ante la visión de la belleza de la diosa.Ártemis, irritada al sentirse observada, lo castiga duramente: lo convierte en un ciervo y excita contra él a los perros que integraban su jauría. Acteón conserva su consciencia humana e intenta hablar con los perros que no lo reconocen y se abalanzan sobre él, desoyendo los sonidos lastimeros que el ciervo emitía en su deseo de que lo reconocieran. Luego buscan desesperados a su amo por todo el bosque hasta llegar a la cueva donde habitaba Quirón quien, para consolarlos, modeló una estatua a imagen de Acteón y se la mostró.


Estábase la Efesia cazadora
Dando en aljófar el sudor al baño,
En la estación ardiente, cuando el año
Con los rayos del Sol el Perro dora.

De sí (como Narciso) se enamora;
(Vuelta pincel de su retrato extraño),
Cuando sus ninfas, viendo cerca el daño,
Hurtaron a Acteón a su señora.

Tierra le echaron todas por cegalle,
Sin advertir primero que era en vano,
Pues no pudo cegar con ver su talle.

Trocó en áspera frente el rostro humano,
Sus perros intentaron de matalle,
Mas sus deseos ganaron por la mano.

Poeta: Francisco Quevedo.

Mito de Cupido

Cupido, el Dios del Deseo y el amor, por ser hijo de Venus. Venus se preocupaba porque su hijo no maduraba y no crecia, así que consultó con el Oráculo de Temis, quien le dijo: “El amor no puede crecer sin pasión”.Venus no entendió hasta que nació su hijo Anteros, que es el Dios de la Correspondencia y la Pasion o amor que corresponde al primero y “no siempre están unidos”. Por eso se representa a Cupido como un niño con alas, para indicar que “el amor pasa pronto”, y con los ojos vendados para probar que el amor “no ve el mérito o demérito de la persona a quien se dirige”, ni sus defectos, mientras se fija en ella. Cuando Anteros y Cupido andaban unidos, este se transformaba en un joven hermoso, pero cuando se separaban volvía a ser un niño con los ojos vendados un amor “travieso y ciego” como era representado.






Aquí ya no se pintan azules cielos,

ni verdes despertares en las mañanas,
ni tengo en mis cantares algún consuelo,
ni tocan en festejo más las campanas.

Ni río sin que mis lágrimas corran dentro
ni puedo respirar sin que duela el alma,
no logro convertir la tormenta en calma,
ni puedo soportar lo que ahora siento...

Difícil es vivir cuando muere al alba
casi antes de nacer algún día nuevo,
difícil no morir en la madrugada
ante las puñaladas de los recuerdos...

Aquí sólo me siento cual me he sentido
ya tantas otra veces que me han herido...
mas me pregunto ahora si me habrás dado
el último y mortal golpe, Cupido.

Anónimo

Mito de Faetón

Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estígia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano . Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.




En vez de las Helíades, ahora

Coronan las Pïérides el Pado,
Y tronco la más culta levantado,
Suda electro en los números que llora.

Plumas vestido ya las aguas mora
Apolo, en vez del pájaro nevado
Que a la fatal del Joven fulminado
Alta rüina, voz debe canora.

¿Quién, pues, verdes cortezas, blanca pluma
Les dio? ¿Quién de Faetón el ardimiento,
A cuantos dora el Sol, a cuantos baña

Términos del océano la espuma,
Dulce fía? Tú métrico instrumento,
Oh Mercurio del Júpiter de España.

Poeta: Luis de Góngora.

Mito de Afrodita y Adonis

Afrodita era amante de Adonis y tomó parte en su nacimiento. Mirra dio a luz a un bebé llamado Adonis. Afrodita pasaba junto al árbol de mirra cuando vio al bebé y se apiadó de él. Puso a Adonis en una caja y lo llevó al Hades para que Perséfone cuidase de él. Adonis creció hasta ser un joven increíblemente hermoso, y Afrodita volvió finalmente por él. No mucho después de que Afrodita se marche Adonis se encuentra con un enorme jabalí, mucho mayor que todos los que había visto. Se sugiere que el jabalí es el dios Ares, uno de los amantes de Afrodita celoso de su continua adoración a Adonis. Aunque los jabalíes son peligrosos y cargan contra el cazador cuando se les provoca, Adonis hace caso omiso del aviso de Afrodita y persigue a la criatura gigante..




miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mito de Prometeo

Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió un primer engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, pero la carne se la comen.




Cubre tu cielo Zeus
con un velo de nubes
y juega-tal un mancebo
que cardos troncha-
en encinares y montañas.
Empero mi Tierra
deja en paz
y mi cabaña que tu no edificaste
y mi hogar
por cuyo fuego
tu me envidias.

¡No conozco nada más mísero bajo el sol
que vosotros dioses!
Pobremente nutris
con sacrificios
y aliento de oraciones
vuestra majestad
y moriríais
si pordioseros y niños
no fueran locos sin esperanza.

Cuando era un niño
no supe por qué la mirada
al sol volví, perdida,
como si alguien mi lamento oyera arriba
y hubiera un corazón que, como el mío,
pena tuviera del que sufre.

¿Quién me ayudó
contra la furia de los titanes,
quién me salvó de la muerte
y de la esclavitud?

¿Acaso tu mismo no lo culminaste todo,
sagrado y ardiente corazón,
y te consumiste, juvenil y bueno,
engañado, esperando el rescate
del Durmiente ahí arriba?

¿Venerarte yo a ti? ¿Para qué?
¿Has mitigado los dolores de los ofendidos?
¿Has enjugado las lágrimas de los angustiados?
¿Hombre quizás no me formaron
el tiempo omnipotente
y el eterno destino
-mi señor y el tuyo?-

¿Creíste tal vez
que odiar debía la vida
y huir al desierto
porque no todos los sueños maduraron?

Aquí me afianzo
y formo hombres
según mi idea.
A ese linaje semejante a mí
para que sufra y llore,
goce y se alegre
y te desprecie
¡Como yo!

Johann Wolfgang Goethe

Mito de la Aurora

Es una mujer encantadora que vuela a través del cielo para anunciar la llegada del sol. Sus hermanos son: el Sol y la Luna. Tuvo muchos maridos e hijos, cuatro de sus hijos son los vientos del norte, del sur, del este, y del oeste. Según el mito, sus lágrimas son las causantes del rocío mientras ella vuela a través del cielo llorando por uno de sus hijos que fue asesinado.






La Aurora, de azahares coronada,
sus lágrimas partió con vuestra bota,
ni de las peregrinaciones rota,
ni de los conductores esquilmada.

De sus risueños ojos desatada,
fragrante perla cada breve gota,
por seráfica abeja fue, devota,
a bota peregrina trasladada.

Uvas os debe Clío, mas ceciales;
mínimas en el hábito, mas pasas,
a pesar del perífrasis absurdo.

Las manos de Alejandro hacéis escasas,
segunda la capilla del de Ales,
Izquierdo Esteban, sí, no Esteban zurdo.


Luis de Góngora

Mito Dafne y Apolo

Dafne fue perseguida por Apolo, a quien Eros había disparado una flecha dorada para que se enamorase de ella, pues estaba celoso porque Apolo había bromeado sobre sus habilidades como arquero, y también afirmaba que el canto de éste le molestaba. Dafne huyó de Apolo porque Eros le había disparado a su vez una flecha con punta de plomo, que provocaba desprecio y desdén. Durante la persecución, Dafne imploró ayuda al dios del río Peneo, quien la transformó en laurel , árbol que desde ese momento se convirtió en sagrado para Apolo.





Bermejazo Platero de las cumbres

A cuya luz se espulga la canalla:
La ninfa Dafne, que se afufa y calla,
Si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
Ojo del Cielo, trata de compralla:
En confites gastó Marte la malla,
Y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo,
Levantóse las faldas la doncella
Por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna Dueña Estrella,
Que de Estrella sin Dueña no lo infiero:
Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.

Francisco Quevedo