
Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.
En el poema de Rafael Alberti, se ve muy claro el ejemplo cuándo hace referencia a Garcilaso de la Vega ya que Garcilaso era un gran escritor y a la vez un guerrero.
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