jueves, 4 de noviembre de 2010

Mito Ícaro y Dédalo

Después de que Teseo matase al Minotauro, Minos encerró a Dédalo y a Ícaro en el laberinto. La única forma de escapar del laberinto era por el aire, ya que no tenía techo, por lo que Dédalo, construyó dos pares de alas con plumas y cera. Luego de decirle a Ícaro que no volase cerca del sol, para que la cera no se derritiese, ni demasiado cerca del mar, para que las plumas no se mojasen, ambos partieron volando. Pero ante la exultante libertad, Icaro olvidó los consejos de su padre y voló tan alto que el sol derritió sus alas y se precipitó al océano, donde murió.



Volar, volar, del suelo despegarse,
ser hermano del águila en la altura,
cruzar en desafío la estatura
de las cumbres que empiezan a nublarse.

Y agitando las alas, elevarse
hacia el sol, y sentir su quemadura,
ver la tierra, lejana miniatura,
y las estrellas ante mí apartarse.

Y a mi padre gritando sus consejos
con el temor de que si voy más lejos
al desastre me pueda aproximar...

Si el brío juvenil es invencible,
¿por qué cayendo estoy? ¿Cómo es posible
que en mi descenso me ha tragado el mar?

Autor: Francisco Álvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario